Crónicas del chiringuito literario: lo que se comenta entre mojitos y novelas

En el chiringuito literario de la Playa de los Libros —una terraza ficticia, pero emocionalmente real— no se sirve solo tinto de verano ni se fríen sardinas: aquí se cuecen opiniones literarias al punto, se destilan recomendaciones entre hielos y se maridan letras con lima y ron. Bajo una sombrilla con más historias que un archivo municipal, los habituales del lugar se entregan cada tarde al noble arte del chismorreo narrativo.

—¿Has leído el último de Irene Vallejo? pregunta una señora con sombrero de ala ancha y uñas que parecen haber sido pintadas por Sorolla.
—¿El ensayo? No, yo solo leo cosas que hagan llorar o matar, y a ser posible, las dos cosas a la vez —responde un joven con gafas de pasta, barba bien recortada y una novela de Mariana Enríquez asomando del bolso de tela.

Así transcurre la sobremesa en este oasis de papel. Cada mojito desata una confesión literaria: “Yo abandoné Cien años de soledad en el año 23”, “A mí Bolaño me dio sueño”, “Lo de After lo leí por antropología, no por placer”. La sinceridad, como el sol de las cinco, no perdona.

La camarera, que estudia Filología Hispánica y escribe poesía los lunes, se acerca con una bandeja y sugiere, como quien ofrece chipirones:
—Si buscan algo fresco, les recomiendo a Samantha Schweblin. Terror psicológico con sabor argentino, ideal para la canícula.

Y así, entre sorbos y risas, se construye una guía de lectura tan ecléctica como la carta del chiringuito. A continuación, algunos “platos del día” literarios, probados y recomendados entre hamacas y críticas espontáneas:

  • La ridícula idea de no volver a verte – Rosa Montero: Ideal para quienes quieren llorar discretamente detrás de unas gafas de sol.

  • Nuestra parte de noche – Mariana Enríquez: No apta para lectores impresionables ni para leer en la oscuridad de la tienda de campaña.

  • El infinito en un junco – Irene Vallejo: El equivalente literario de un buen gazpacho: sabio, refrescante, clásico.

  • Los asquerosos – Santiago Lorenzo: Perfecto para quienes se sienten fuera de lugar… incluso en una hamaca.

  • Rewind – Juan Tallón: Crónica fragmentada con aroma a misterio, ideal para leer mientras se derrite el hielo del tercer mojito.

Al caer la tarde, cuando el sol se esconde y los lectores empiezan a buscar su toalla como quien busca una página perdida, se cierra la jornada con una máxima no escrita:



El mejor maridaje no es vino y queso, sino libro y conversación.

Así es la vida en el chiringuito literario: un eterno club de lectura en chanclas, donde la crítica viene con lima y la literatura se sirve con vistas al mar.



🌊✍️ Escritores que huyeron al mar: historias de autor y océano

 Hay gente que cuando piensa en verano se imagina chiringuitos, siestas largas y helados derritiéndose en la mano. Y luego estamos los que pensamos en libros, olas y escritores mirando el horizonte como si ahí estuviera la respuesta a todo.

Porque el mar no solo refresca. Inspira, sacude, sana o revuelve. Y si no, que se lo digan a algunos de los grandes autores que, en algún momento de su vida, huyeron al mar. A veces para escapar. A veces para encontrar(se). Siempre para escribir.

🌬️ Virginia Woolf y el oleaje de la conciencia

Pocas plumas han captado mejor el vaivén del pensamiento que Virginia Woolf. El mar era para ella algo más que un paisaje: era un espejo emocional. En Las olas (1931), sus personajes no dialogan como personas normales, sino como corrientes internas, con una prosa que fluye como la marea.

Woolf pasó largos veranos en la costa inglesa, especialmente en St. Ives, donde la luz del mar atlántico la marcó para siempre. Dicen que esa imagen se cuela en Al faro, una de sus novelas más íntimas, donde el mar es testigo silencioso de los cambios, el tiempo y la pérdida.

🌊 Melville y el monstruo interior

Herman Melville no entendía el mundo sin salitre en las venas. Embarcado en varios viajes como marinero, su experiencia en el mar fue tan intensa que parió a Moby-Dick, esa mole blanca de novela donde el océano es más que un escenario: es un personaje, un dios, un abismo.

Para Melville, el mar era libertad… pero también locura. De ahí que el capitán Ahab se lance a su caza suicida. ¿Quién no ha sentido alguna vez que perseguir lo imposible es mejor que quedarse en tierra firme, aburrido?

🌊 Sampedro y el Mediterráneo como memoria

Nuestro querido José Luis Sampedro encontró en el mar un espacio para recordar y para contar. En La sonrisa etrusca o La vieja sirena, el Mediterráneo no solo es un fondo histórico, sino un símbolo de conexión entre tiempos, culturas y amores.

Sampedro, economista de día y filósofo de noche, hablaba del mar como quien habla de una madre. Con respeto, con nostalgia, con ternura. Como si las olas fueran páginas en las que se escribe lo que nunca se dice.

🏜️ Rulfo: el mar que no se ve

Y ahora la paradoja: Juan Rulfo, el gran cronista del polvo y el silencio, también escribió sobre el mar. O mejor dicho, sobre su ausencia.

En su narrativa corta aparece a veces como un eco lejano, un anhelo, un lugar que no se alcanza. Pero esa distancia es poderosa. El mar, para Rulfo, era esa promesa que nunca se cumple, ese más allá que huele a escape.


Así que este verano, si te escapas unos días al mar, piensa en Woolf mirando las olas como pensamientos, en Melville persiguiendo ballenas imposibles, o en Sampedro escuchando historias en la espuma.

Y si te animas, escribe tú también algo junto al agua. Que nunca se sabe: igual la marea te devuelve con una historia nueva entre las manos.


📚 ¿Tienes un libro “con mar” que te haya marcado? Cuéntamelo en los comentarios. Que este blog también quiere salitre.



🌴💀 Verano sangriento: las novelas de terror que dan escalofríos incluso al sol 🩸 Porque no todo el mundo quiere mar, mojitos y novelas románticas bajo la sombrilla...

¿Te pasa que estás en la playa, el sol en lo alto, los niños chillando, y tú solo quieres leer algo que te revuelva el estómago? Algo que te haga mirar dos veces al socorrista, preguntarte si esa sombra bajo la sombrilla se está moviendo sola, o por qué el chiringuito huele a hierro y no a sardinas...

Si eres de los míos, este post es para ti. Aquí van 7 novelas de terror para un verano con hemoglobina, desde clásicos que te rematan el alma hasta rarezas que no conoces pero te dejarán el cerebro del revés. Y al final, te dejo un pequeño fragmento exclusivo de esa novela con vampiros en el Penal de El Puerto en la que estoy metido. 😉


📘 1. El verano de la carne – Shaun Hutson

Advertencia: no lo leas justo después de comer. O sí, si eres valiente.

Un clásico ochentero de vísceras y paranoia rural. En un pequeño pueblo inglés, el calor activa algo extraño en la carne de los animales. Pronto, los humanos tampoco se salvan. Terror visceral, ritmo frenético y una atmósfera opresiva. Ideal para leer mientras asas una chuleta en la barbacoa y te preguntas si realmente huele bien...

“La carne se movía. No en sentido metafórico. Palpitaba. Como si aún tuviera algo que decir.”


📕 2. Casa de hojas – Mark Z. Danielewski

¿Una casa más grande por dentro que por fuera? Sí. ¿Un laberinto donde se pierden tus miedos más profundos? También. Este libro es una experiencia física y mental, con páginas que giran, tipografías que te enloquecen y una historia que parece maldita. No es fácil, pero si lo lees en una noche calurosa... no duermes.

Perfecto si: te gusta lo experimental, te dan miedo los pasillos largos y estás listo para algo raro.


📗 3. Los chicos del maíz – Stephen King

No podía faltar el maestro. Esta noveleta incluida en El umbral de la noche es pura atmósfera veraniega retorcida. Sol implacable, campos de maíz, niños que te miran raro y cuchichean... y tú en un coche que se niega a arrancar.

Pro tip: léelo en una siesta. A ver si vuelves igual.


📙 4. Hex – Thomas Olde Heuvelt

Un pueblo idílico. Una bruja con la boca y los ojos cosidos que aparece donde menos lo esperas. Una app para avisar dónde está. ¿Qué puede salir mal?
Terror moderno, con móvil en mano y una historia tan bien construida que acabas con paranoia. No la dejes para leer de noche en un apartamento turístico viejo.

“No puedes evitar verla. Pero si hablas con ella… eso sí puedes evitarlo. ¿O no?”


📒 5. El ritual – Adam Nevill

Cuatro amigos, un bosque nórdico y algo que no es muy fan de los excursionistas. Este libro es brutal. Tiene esa mezcla de terror psicológico + criatura ancestral + crítica social que lo hace perfecto para un camping (o para prometerte que jamás harás uno).

Si tienes calor, este libro te enfría.


📓 6. La carretera – Cormac McCarthy

Vale, no es técnicamente una novela de terror. Pero su atmósfera es tan devastadora, tan angustiosa, tan… postapocalíptica que entra en esta lista con honores. Padre e hijo caminan por una carretera quemada, sin comida ni esperanza. Y aún así, algo los persigue.

Ideal si quieres llorar, temblar y replantearte todo en pleno agosto.


📔 7. El hambre – Alma Katsu

¿Y si la tragedia de la expedición Donner fue en realidad algo más que hambre y nieve? Este libro mezcla historia real con horror sobrenatural, canibalismo y tensión extrema. Un festín para lectores valientes. Si tienes pensado ir a la montaña este verano… mejor léelo antes.


🧛‍♂️ Fragmento exclusivo: El penal sangriento

“Lo vimos emerger entre la espuma, la capa pegada al cuerpo como si hubiese nacido del agua. El preso L. dejó de remar. El guardia, que hasta entonces reía, palideció. Lo que salió del mar esa noche no era humano, pero tampoco era bestia. Solo traía hambre, y no era precisamente de pan.”

Este verano sigo escribiendo mi novela de terror ambientada en 1942, en la costa de Algeciras. Hay presos que planean escapar, mares oscuros, y algo que llegó una noche de tormenta. Un vampiro muy poco glamuroso y muy real. ¿Quieres saber más? Suscríbete o deja un comentario y te mando un avance...




🎁 Bonus track: ¿Y tú, qué lees cuando el sol aprieta?

Déjame en los comentarios tu novela de terror veraniega favorita. ¿Eres más de brujas, de asesinos en serie o de monstruos marinos? ¿Lees con linterna bajo la sábana aunque haya 40 grados? ¡Te leo!


📢 Comparte este post con tu grupo de lectura, en el grupo de WhatsApp o con ese amigo que solo lee Stephen King en julio. ¡Nos vemos entre las páginas (y las pesadillas)!



Literatura en Tiempos de Meme: Cuando Shakespeare se Encuentra con el Perro que Hace "Doge"


¡Queridos lectores y amantes de la literatura! Hoy nos embarcaremos en un viaje surrealista por el fascinante y, a menudo, absurdista mundo donde la alta cultura literaria se encuentra cara a cara con el fenómeno del meme. ¿Quién hubiera imaginado que las obras de Shakespeare, con sus tristes tragedias y románticas comedias, podrían ser equiparadas al perro que ladra “mucho asombro”, conocido como Doge? ¡La cruel ironía del destino!

Primero, hagamos un pequeño ejercicio de imaginación. Imagina a Hamlet, ese melancólico príncipe danés, no muriendo por el dilema de la existencia, sino por no tener un meme adecuado para expresar su angustia. “Ser o no ser” podría transformarse en “¿Ser meme o no ser meme?” ¿Quién necesita soliloquios profundos cuando tenemos imágenes de gatos y frases ingeniosas para expresar nuestra desilusión vital? A fin de cuentas, ¿no es un meme simplemente un grito de desesperación encapsulado en una instantánea chistosa?

Los memes han democratizado la literatura, convirtiendo a los clásicos en un festín visual que podemos devorar en un parpadeo. De hecho, hace poco vi un meme en el que se afirmaba que si Frida Kahlo hubiera tenido acceso a las redes sociales, probablemente habría compartido más que solo retratos de ella misma; ¡estaría lanzando memes de autoflagelación en Instagram mientras escucha a los “Los secretos de la mente millonaria”! En este punto, nos preguntamos: ¿realmente importan las odas de Keats cuando podemos apreciar la belleza poética de “esa cara que pones al pedir pizza”?

Además, los memes han hecho que la literatura sea más accesible, como cuando ese amigo al que siempre le rogas que lea “Cien años de soledad” finalmente lo hace porque encontró un meme que resume la historia en una frase chispeante. En lugar de pasarse horas descifrando a Gabriel García Márquez, ahora pueden ver un meme que dice "Cuando tu familia es más complicada que el realismo mágico y tú solo quieres una siesta".

En conclusión, si bien algunos puristas podrían arrugar las cejas al ver como los memes transforman nuestra percepción de la literatura, debemos reconocer que el humor y la ligereza también tienen su lugar en la alta cultura. Así que, queridos literatos, armemos nuestras redes y hablemos de Cervantes mientras lo hacemos con un buen meme de un gato. ¡Merci, memes! Gracias por hacernos reír, reflexionar y, sobre todo, por recordar que la literatura, como toda buena broma, debería ser compartida.

Cuento De Hadas- Stephen King (Reseña)

 Debo reconocer que no soy muy aficionado al género de fantasía, pero cuando llegó esta novela del maestro del terror la curiosidad me pudo. ¿Qué tratamiento especial le habrá dado el amigo Stephen a dragones y mundos fantástico? no pude remediarlo y me dispuse a leerlo y de aquella lectura nace esta reseña.